miércoles, 23 de septiembre de 2009

Capítulo 1. La Misión de Moisés. Los descendientes de Jacob

LA MISIÓN DE MOISÉS

Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" (Heb. 11. 25, 27). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios.


Los descendientes de Jacob

1 1 Los nombres de los israelitas que llegaron con Jacob a Egipto, cada uno con su familia, son los siguientes: 2Rubén, Simeón, Leví y Judá, 3 Isacar, Zabulón y Benjamín, 4 Dan y Neftalí, Gad y Aser. 5 Los descendientes de Jacob eran, en total, setenta personas. José ya estaba en Egipto.
El crecimiento y la opresiónde los israelitas
6 Después murieron José y sus hermanos, y toda aquella generación. 7 Pero los israelitas fueron fecundos y se multiplicaron, hasta convertirse en una muchedumbre numerosa y muy fuerte, que llenaba el país.
8 Mientras tanto, asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José. 9 Él dijo a su pueblo: "El pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que nosotros. 10 Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose. De lo contrario, en caso de guerra se pondrá de parte de nuestros enemigos, combatirá contra nosotros y se irá del país".11 Entonces los egipcios pusieron a Israel a las órdenes de capataces, para que lo oprimieran con trabajos forzados. Así Israel construyó para el Faraón las ciudades de almacenamiento de Pitóm y Ramsés. 12 Pero a medida que aumentaba la opresión, más se multiplicaba y más se expandía. Esto hizo que la presencia de los israelitas se convirtiera en un motivo de inquietud.
13 Por eso, los egipcios redujeron a los israelitas a la condición de esclavos, 14y les hicieron insoportable la vida, forzándolos a realizar trabajos extenuantes: la preparación de la arcilla, la fabricación de ladrillos y toda clase de tareas agrícolas.
15 Además, el rey de Egipto se dirigió a las parteras de las mujeres hebreas –una de ellas se llamaba Sifrá y la otra Puá– 16 y les ordenó: "Cuando asistan durante el parto a las mujeres hebreas, observen bien el sexo del recién nacido: si es un varón, mátenlo, y si es una niña, déjenla vivir". 17 Pero las parteras tuvieron temor de Dios, y en lugar de acatar la orden que les había dado el rey de Egipto, dejaban con vida a los varones. 18 El rey las mandó llamar y les preguntó: "¿Por qué han obrado así y han dejado con vida a los varones?". 19 Ellas le respondieron: "Por que las mujeres hebreas no son como las egipcias: tienen mucha vitalidad, y antes que llegue la partera, ya han dado a luz". 20 Por eso Dios fue bondadoso con las parteras. El pueblo creció cada vez más y se hizo muy poderoso, 21 y como ellas habían obrado con temor de Dios, él les concedió una familia numerosa. 22 Entonces el Faraón dio esta orden a su pueblo: "Arrojen al Nilo a todos los varones recién nacidos, pero dejen con vida a las niñas".

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