miércoles, 23 de septiembre de 2009

Introducción y Notas.

Introducción:

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo (Is. 43. 18-21) y una nueva Alianza (Jer. 31. 31-34) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" (1 Cor. 5. 7), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" (Heb. 8. 6). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo (1 Cor. 10. 1-4).


Notas:

1 11. "Pitóm y Ramsés" eran dos ciudades situadas en la parte oriental del Delta del Nilo.
16. El texto hebreo dice literalmente: "Observen bien las dos piedras". Probablemente, esta expresión sea un eufemismo para referirse al sexo del recién nacido.
2 10. "Yo lo saqué de las aguas": esta es una etimología popular, que asocia artificialmente el nombre de Moisés a un verbo hebreo cuyo significado es "sacar".
15-16. El nombre "Madián" designa a un grupo de tribus nómadas, que vivían al sur y al este de Palestina. Según la Biblia los madianitas eran descendientes de Queturá, esposa de Abraham. Ver Gen. 25. 1-4.
18. "Reuel": según otra tradición, el nombre del suegro de Moisés era Jetró (3. 1; 18. 1).
22. "Fui un emigrante en tierra extranjera": este es un nuevo ejemplo de etimología popular, que asocia el nombre de Gersón a una palabra hebrea que significa "extranjero".
3 1. Es probable que el "Horeb" o Sinaí sea llamado "montaña de Dios" porque ya antes de la revelación del Señor a Moisés se lo consideraba como un lugar santo.
13-15. El nombre propio del Dios de Israel -que las versiones más antiguas de la Biblia hebrea, siguiendo una costumbre judía, sustituyen por "el Señor"- es "Yahvé". Este nombre es explicado en el v. 14 con la enigmática frase "Yo soy el que soy". El significado de la frase se aclara, si se tiene en cuenta que en este contexto el verbo "ser" no significa simplemente "existir", sino "estar presente de una manera activa". Yahvé es, entonces, el Dios que "está" con Moisés para librar a los israelitas de la esclavitud, y que "estará" con su pueblo para manifestarle su poder, su amor y su fidelidad, a través de esa gesta salvífica y de sus intervenciones sucesivas en la historia. Por eso, algunos prefieren la traducción: "Yo soy el que seré". Acerca del nombre divino ‘Yahvé’, ver nota Gn. 4. 26.
4 14. Aarón es llamado "el levita" no tanto por pertenecer a la tribu de Leví, cuanto por la función sacerdotal que iba a desempeñar más tarde (ver 29. 1-9; Lev. 8. 1-13).
21. "Yo voy a endurecer el corazón del Faraón": esta frase anticipa el tema que reaparecerá en el relato de cada una de las plagas de Egipto. La obstinación y la mala voluntad del Faraón se opondrán al pedido que Moisés le hará en nombre de su Dios, y a los signos que realizará para legitimar su misión. Para describir este hecho, la Biblia yuxtapone, sin tratar de conciliarlas, dos series de expresiones. La primera afirma que el Faraón se obstinó o endureció su corazón (7. 13; 9. 34-35). La otra dice que Dios endureció el corazón del Faraón e hizo que se obstinara (7. 3). Una afirmación insiste en la libertad del hombre y lo hace responsable de su pecado; la otra hace resaltar la presencia de Dios en todos los acontecimientos humanos, incluso en aquellos que aparentemente se oponen a los planes divinos.
25-26. "Esposo de sangre": con esta expresión se designaba a la persona que había recibido la circuncisión, y su significado original era probablemente "protegido por la sangre". La extrema brevedad de todo este pasaje hace que su interpretación resulte particularmente difícil. Pero se pueden señalar, al menos, dos aspectos: la "prueba" a que fue sometido Moisés antes de iniciar su misión –semejante a la prueba que debió afrontar Jacob en Gn. 32. 25-33– y la liberación por la "sangre" de la circuncisión, que anticipa el tema de la liberación por la "sangre" del cordero pascual.
6 3. "Dios Todopoderoso": ver nota Gn. 17. 1.
7 8. Aquí se inicia el relato de las plagas de Egipto, que concluye con la recapitulación de 11. 9-10. La lectura detenida del texto permite discernir materiales provenientes de tradiciones diversas. Según una de ellas, llamada "sacerdotal", Moisés y Aarón actúan juntos, en oposición a los magos de Egipto. Los milagros ejecutados por Aarón -con la ayuda de un bastón milagroso- tienen por finalidad acreditar a Moisés ante el Faraón, como enviado del Señor. La tradición yahvista, en cambio, presenta a Moisés solo ante el Faraón, y es el Señor mismo el que comienza y pone fin a la plaga anunciada de antemano. Aunque las plagas recuerdan ciertos fenómenos bien conocidos en Egipto, el relato no debe ser leído como si fuera una crónica histórica. Se trata más bien de una gesta épica o "profética", que celebra el poder de Dios sobre los fenómenos naturales, puesto de manifiesto para rescatar a su pueblo de la esclavitud.
8 22. "Son una abominación para los egipcios": algunos animales, como el carnero, el chivo y el toro, eran considerados sagrados por los egipcios, y ofrecerlos en sacrificio significaba cometer una acción sacrílega.
12 2. El "mes" a que se refiere el texto es el mes de Abib o de las espigas (Deut. 16. 1), que corresponde a marzo-abril y tomó más tarde el nombre babilónico de Nisán.
29-42. Estos vs. interrumpen la instrucción sobre la manera de celebrar la Pascua y rememoran el acontecimiento que confiere su sentido a esa liturgia.
40. Ver Gn. 15. 13-16.
13 9. El "signo" y el "memorial" aluden a los tatuajes u otras señales que usaban algunos pueblos para indicar la pertenencia étnica o religiosa. El texto bíblico sustituye estas marcas materiales por la proclamación de una "palabra" (v. 8), que expresa la fe de Israel y acompaña a la celebración del rito (la Fiesta de los Ácimos y, en el v.16, la ofrenda de los primogénitos). En Deut. 6. 8 y 11. 18, se encuentran fórmulas similares, que dieron origen al uso de las "filacterias". Ver nota Mt. 23. 5.
13. El sacrificio de los primogénitos es un caso particular de la ofrenda de todas las primicias (22. 28-29). El asno no podía ser ofrecido en sacrificio, y por eso debía ser rescatado. Si no se lo rescataba, había que matarlo de manera no ritual, o sea, sin derramamiento de sangre.
17. La ruta de los filisteos era el camino normal para ir de Egipto a Canaán, porque bordeaba la costa del Mediterráneo y estaba jalonada de manantiales y de lugares fortificados.
18. La expresión hebrea que se traduce como "Mar Rojo", significa literalmente "Mar de los Papiros".
22. "Columna de nube": la nube es un signo de la presencia divina, velada pero activa. En las diversas tradiciones del Pentateuco, esa presencia está simbolizada de diversas maneras: según la tradición "yahvista", el Señor guía a su pueblo por el desierto en la columna de nube y en la columna de fuego. En los documentos "elohístas", Dios se manifiesta en una nube, que desciende hasta cubrir la entrada de la Carpa del Encuentro (33. 9). El descenso de la nube parece corresponder más a una "visita" de Dios que a una presencia constante. Según la tradición "sacerdotal", la nube cubre la Morada en el momento en que esta es erigida, y permanece sobre ella de manera permanente, señalando con sus desplazamientos el comienzo y el fin de cada etapa (40. 34-38).
14 Resulta muy difícil determinar con exactitud el fondo histórico de esta narración épica, elaborada y transmitida en el marco del culto israelita. Lo cierto es que en ella se conserva el recuerdo de una manifiesta intervención de Dios en favor de Israel, cuando este salía de Egipto.
15 14-15. La referencia a la conquista de Canaán y la mención de los filisteos indican que este canto de triunfo no ha sido compuesto totalmente en tiempos de Moisés. Su núcleo más antiguo es la estrofa retomada por Miriam en el v.21. Esta exclamación hímnica -cantada y transmitida en el culto israelita- se fue ampliando paulatinamente hasta incluir la conquista de Canaán, hecho posterior a la muerte de Moisés.
16 Las fuentes bíblicas interpretan el don del maná de diversas maneras. Según Núm. 11. 4-6; 21. 5 el "maná" es una "comida miserable", que llega a provocar el hastío del pueblo. Los Salmos y el libro de la Sabiduría lo celebran como un alimento maravilloso, signo de la solicitud divina (Sal. 78. 24-25; 105. 40; Sab. 16. 20-21). En este capitulo –que en su mayor parte proviene de la tradición "sacerdotal"– el don del maná es una intervención especial de Dios para alimentar a su pueblo. Pero también es una "prueba", un medio para ver si los israelitas obedecen las órdenes del Señor (v. 4) y si observan la ley del descanso sabático (v. 23). El Nuevo Testamento y la tradición cristiana consideran el maná como una figura de la Eucaristía, alimento espiritual de la Iglesia durante su peregrinación terrena (Jn. 6. 26-58).
7. La "gloria del Señor" es la manifestación luminosa de la santidad y el poder de Dios, la señal visible de su presencia. Su aspecto es el de "un fuego devorador" (24. 17).
13. En primavera y a fines de otoño, bandadas de codornices -aves semejantes a las perdices- atraviesan la costa mediterránea del Sinaí, y a veces se introducen hasta el interior del desierto. Estos animales se dejan apresar con facilidad, particularmente cuando están cansados. Según la detallada exposición de Núm. 11. 31-34, las codornices venían empujadas por un viento del mar.
15. "¿Qué es esto?": esta pregunta -en hebreo "man hu"- es una explicación popular de la palabra "maná" (v. 31). Los beduinos de la península del Sinaí llaman todavía hoy "mann" a la resina de un arbusto, que puede ser recogida del suelo cuando está endurecida por el frío de la noche, ya que el calor del día la derrite. El "mann" tiene un sabor dulce, y la gente lo come en el mismo lugar donde lo encuentra. La descripción que el texto bíblico hace del maná, parece corresponder a este fenómeno natural.
36. El texto hebreo añade: "El gomor es la décima parte de un efá". Este versículo es una glosa explicativa sobre el valor del gomor, medida que equivale a unos cuatro litros y medio.
17 8. Los "amalecitas" residían en el Négueb (Núm. 13. 29) y se opusieron desde el comienzo a la penetración de los israelitas. Las listas de Gn. 36. 12, 16 presentan a Amalec como descendiente de Esaú.
18 20-22. Este reordenamiento en la administración de la justicia -atribuido al sabio consejo del suegro de Moisés- está vinculado a la institución de los "jueces de Israel" mencionados en Jc.10. 1-5; 12. 7-15. El trasfondo de este relato deja entrever el ideal "comunitario" fijado por el Éxodo. La salida de Egipto significó para Israel el paso de la esclavitud a la libertad. Este cambio radical de situación exigía una nueva forma de organización social y un nuevo concepto de la autoridad. En oposición a los regímenes autocráticos del Antiguo Oriente, el Pueblo de Dios debía ser una sociedad "justa", donde las responsabilidades estuvieran compartidas y el servicio prestado por cada uno contribuyera al bien de todos.
19 Las alianzas entre reyes eran frecuentes en el Antiguo Oriente, en especial las que establecían los reyes soberanos con sus vasallos, para brindarles protección y asegurarse su obediencia. Esta práctica es ilustrativa, porque Israel se valió de esa experiencia humana para expresar las relaciones que lo unían a su Dios.
20 El Decálogo -o "Diez Palabras"- aparece también, con algunas variantes, en Deut.5.6-21. En su origen, los mandamientos eran quizás tan breves como los consignados en los vs. 13-16; pero con el transcurso del tiempo recibieron diversas ampliaciones que explican las diferencias entre los dos textos.
5. Decir que el Señor es un Dios "celoso" significa que su amor por el pueblo de Israel no tolera la "rivalidad" de otros dioses.
21 23-25. Ver Lev. 24. 19-20; Deut. 19. 21 y nota Gn. 4. 23-24.
22 Las leyes contenidas en el Código de la Alianza reflejan una forma sencilla de organización social, pero algunos indicios muestran que están dirigidas a un grupo constituido no sólo por pastores seminómadas, sino también por campesinos (22. 4; 23. 10, 16). Estos detalles impiden remontar el Código en su forma actual a la época del desierto, y hacen pensar más bien en los primeros años de la conquista. Las leyes presentan interesantes analogías de forma y contenido con otros antiguos códigos orientales.
7-8. Las partes en litigio debían comparecer "ante Dios", es decir, ante el sacerdote, que pronunciaba la sentencia en nombre del Señor.
23 14. Las cuatro tradiciones del Pentateuco contienen un calendario de las grandes fiestas religiosas de Israel: 23. 14-17 ("elohísta"); 34.18-23 ("yahvista"); Deut. 16. 1-17 ("deuteronomista"); Lev. 23 ("sacerdotal"). En relación con estos calendarios, ver las reglas litúrgicas de Núm.28-29. El ritual se va precisando de un texto a otro, pero todos concuerdan en señalar tres fiestas principales:
a) La Fiesta de los Ácimos, que incluye la Pascua. Ver 12. 1-20; 13. 3-10.
b) La "Fiesta de la Cosecha", llamada Fiesta de las Semanas en 34. 22, porque se celebraba siete semanas (Deut. 16. 9), es decir cincuenta días (Lev. 23. 16), después de la Pascua. De allí el nombre griego "Pentecostés", que significa "quincuagésimo" (día). Posteriormente se convirtió en fiesta de la Alianza y de la promulgación de la Ley.
c) La "Fiesta de la Recolección", celebrada en otoño, después de la vendimia y la recolección de los frutos. En Deut. 16. 13 y Lev. 23. 34 se la llama "Fiesta de las Chozas", porque durante esos días los israelitas vivían en chozas hechas con ramas como las que se usaban durante la recolección. Así se evocaban los campamentos en que había vivido Israel cuando peregrinaba por el desierto.
19. La prohibición de cocer un cabrito en la leche de su madre condena un rito mágico practicado por los cananeos.
24 Este capítulo parece reunir dos tradiciones. En la tradición "yahvista", la alianza es sellada con una comida delante de Dios (vs. 9-11). En la tradición "elohísta", se sella con un rito de sangre (vs. 3-8): Moisés, que actúa como mediador de la Alianza, derrama sangre sobre el altar y sobre el pueblo, ratificando así simbólicamente el vínculo que une a Dios con Israel. La sangre de estas víctimas es figura de la Sangre de Cristo, que selló la Alianza nueva y eterna (Heb. 9. 15-22).
25 10. El Arca de la Alianza o del Testimonio era el signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Este pasaje la describe como un cofre rectangular, con andas para ser transportado. Según 40. 20 y 1 Rey. 8. 9, Moisés puso dentro de ella las tablas de la Ley. Mientras los Libros históricos (Jos. 6. 6-14; 1 Sam. 4. 3-11) la presentan como una insignia guerrera, la legislación sacerdotal destaca su función como lugar de la revelación de Dios.
17. "Una tapa": la palabra hebrea correspondiente proviene de un verbo que significa "cubrir" (un objeto y también los pecados). Por eso la tapa del Arca se designa tradicionalmente con el nombre de "propiciatorio". En el gran día de la Expiación, esta tapa del Arca era incensada y rociada con sangre, para obtener el perdón de los pecados. Ver Lev. 16. 12-15.
30. "Panes de la ofrenda": la expresión hebrea significa literalmente panes del "rostro" o de la presencia. Eran unos panes que se ponían como ofrenda permanente ante el "rostro" del Señor, según el ritual de Lev. 24. 5-9. Este uso ya era conocido en los antiguos santuarios israelitas, como lo atestigua 1 Sam. 21. 5. Ver Mt. 12. 4.
31. La descripción corresponde al "candelabro de siete brazos" del templo postexílico. El Templo de Salomón tenía diez candelabros con una luz cada uno (1 Rey. 7. 49).
26 Antes de su instalación en Palestina, los israelitas tenían un Santuario transportable, en forma de carpa, que los acompañaba en sus desplazamientos por el desierto. Este Santuario recibe el nombre de "Carpa del Encuentro", porque allí Dios "se encontraba" con Moisés y con Israel (33.7-9), y también de "Morada", porque esa era la habitación de Dios en medio de su pueblo. En este capítulo, la legislación sacerdotal presenta una imagen idealizada del Santuario del desierto que toma como modelo al Templo de Jerusalén. A pesar de que la descripción es muy minuciosa algunos detalles resultan poco claros, debido en parte al uso de términos técnicos.
27 2. Los cuatro extremos superiores del altar tenían un relieve en forma de "cuerno". Estos cuernos eran la parte más sagrada del altar: se los frotaba con la sangre de las víctimas sacrificadas (Lev. 4. 7), y el fugitivo podía asirse a ellos invocando el derecho de asilo (1Rey. 1. 50; 2. 28). En el Antiguo Oriente, el cuerno era símbolo de potencia, y se lo encuentra representado frecuentemente en las estatuas de los dioses.
28 6. En el Antiguo Testamento, el término "efod" designa tres cosas distintas:
a) En los textos históricos más antiguos, el "efod" es un objeto cultual de forma y significado inciertos (Jc. 8. 27; 17. 5). Según 1 Sam. 23. 9-12; 30.7-8, ese objeto es confiado a los sacerdotes y sirve para consultar al Señor.
b) Esos mismos textos mencionan también el "efod de lino" que presumiblemente era la única vestidura sacerdotal (1 Sam. 2. 18), y cubría muy poco el cuerpo (2 Sam. 6. 14, 20).
c) En este capítulo se describe el "efod" del Sumo Sacerdote, especie de chaleco que se ponía sobre la túnica y el manto, ajustado con un cinturón. Este efod parece mantener una cierta vinculación con los dos anteriores: por una parte, era una vestidura sacerdotal –aunque aquí forma parte de una compleja indumentaria-; por otra, cumplía una función oracular, ya que a él se sujetaba el "pectoral del juicio" (v. 29), que contenía las "suertes sagradas" (v. 30).
30. El "Urím" y el "Tumím" eran las "suertes sa-gradas", es decir, un objeto del que se valían los sacerdotes para pronunciar sus oráculos en nombre del Señor. Se desconoce el significado de estos términos y la forma del instrumento empleado. Probablemente se trataba de pequeñas piedras, dados o palillos, de colores distintos o marcados con signos diversos: uno significaba "sí" y el otro "no". El Señor era consultado de tal manera que bastaba con una respuesta afirmativa o negativa, y se iba progresando por eliminaciones o precisiones sucesivas. Ver 1 Sam. 14. 41-42.
36-38. La "flor" -signo de vitalidad- era originariamente una insignia real. En el período postexílico, con la desaparición de la monarquía, esta insignia pasó al Sumo Sacerdote. A esa flor se le asignaba la función de preservarlo contra los peligros que implicaba eI ejercicio de las funciones sagradas, y de atraer el beneplácito divino sobre las ofrendas de los israelitas.
32 El "ternero" fabricado por los israelitas no era un dios, ni tampoco la representación o la imagen de un dios, sino que servía de pedestal a la divinidad invisible, como los querubines del Arca de la Alianza.
4. Ver 1 Rey. 12. 28.
29. Esta es la traducción conjetural de un texto oscuro, que se refiere a la institución del sacerdocio levítico. Ver Deut. 33. 8- 11.
33. "Yo borraré de mi Libro": esta expresión alude a las listas confeccionadas en los censos (Núm. 1. 2): los miembros del pueblo estaban inscritos en la lista; ser borrado de ella equivalía a ser excluido del pueblo. Otros textos bíblicos hablaban del "Libro de la Vida". (Sal. 69. 29; Flp. 4. 3; Apoc. 3. 5). Ver nota Sal. 56. 9.
34 Esta narración era originariamente un duplicado "yahvista" de los capítulos 19-20. Al ubicar el texto junto al episodio del ternero de oro y de la ruptura de las tablas, el redactor definitivo modificó ligeramente el texto, para presentarlo como una "segunda" subida de Moisés al Sinaí y como una "renovación" de la Alianza. Esta renovación incluye, como momento esencial la promulgación del "decálogo cultual", que contiene preceptos relativos al sábado, a las fiestas, a los sacrificios y a los primogénitos, todos ellos introducidos por la prohibición de la idolatría (vs. 17-26).
29-35. El rostro "radiante" de Moisés es un reflejo de la gloria divina: signo de su íntima familiaridad con Dios y medio para conferir autoridad a sus palabras y a su misión. Ver 2 Cor. 3. 7-17.

Capítulo 1. La Misión de Moisés. Los descendientes de Jacob

LA MISIÓN DE MOISÉS

Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" (Heb. 11. 25, 27). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios.


Los descendientes de Jacob

1 1 Los nombres de los israelitas que llegaron con Jacob a Egipto, cada uno con su familia, son los siguientes: 2Rubén, Simeón, Leví y Judá, 3 Isacar, Zabulón y Benjamín, 4 Dan y Neftalí, Gad y Aser. 5 Los descendientes de Jacob eran, en total, setenta personas. José ya estaba en Egipto.
El crecimiento y la opresiónde los israelitas
6 Después murieron José y sus hermanos, y toda aquella generación. 7 Pero los israelitas fueron fecundos y se multiplicaron, hasta convertirse en una muchedumbre numerosa y muy fuerte, que llenaba el país.
8 Mientras tanto, asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José. 9 Él dijo a su pueblo: "El pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que nosotros. 10 Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose. De lo contrario, en caso de guerra se pondrá de parte de nuestros enemigos, combatirá contra nosotros y se irá del país".11 Entonces los egipcios pusieron a Israel a las órdenes de capataces, para que lo oprimieran con trabajos forzados. Así Israel construyó para el Faraón las ciudades de almacenamiento de Pitóm y Ramsés. 12 Pero a medida que aumentaba la opresión, más se multiplicaba y más se expandía. Esto hizo que la presencia de los israelitas se convirtiera en un motivo de inquietud.
13 Por eso, los egipcios redujeron a los israelitas a la condición de esclavos, 14y les hicieron insoportable la vida, forzándolos a realizar trabajos extenuantes: la preparación de la arcilla, la fabricación de ladrillos y toda clase de tareas agrícolas.
15 Además, el rey de Egipto se dirigió a las parteras de las mujeres hebreas –una de ellas se llamaba Sifrá y la otra Puá– 16 y les ordenó: "Cuando asistan durante el parto a las mujeres hebreas, observen bien el sexo del recién nacido: si es un varón, mátenlo, y si es una niña, déjenla vivir". 17 Pero las parteras tuvieron temor de Dios, y en lugar de acatar la orden que les había dado el rey de Egipto, dejaban con vida a los varones. 18 El rey las mandó llamar y les preguntó: "¿Por qué han obrado así y han dejado con vida a los varones?". 19 Ellas le respondieron: "Por que las mujeres hebreas no son como las egipcias: tienen mucha vitalidad, y antes que llegue la partera, ya han dado a luz". 20 Por eso Dios fue bondadoso con las parteras. El pueblo creció cada vez más y se hizo muy poderoso, 21 y como ellas habían obrado con temor de Dios, él les concedió una familia numerosa. 22 Entonces el Faraón dio esta orden a su pueblo: "Arrojen al Nilo a todos los varones recién nacidos, pero dejen con vida a las niñas".

Capítulo 2. El nacimiento de Moisés. La huida de Moisés a Madián. El Clamor de los israelitas escuchado por Dios

El nacimiento de Moisés


2 1 Un hombre de la familia de Leví se casó con la hija de un levita. 2La mujer concibió y dio a luz un hijo; y viendo que era muy hermoso, lo mantuvo escondido durante tres meses. 3Cuando ya no pudo ocultarlo más tiempo, tomó una cesta de papiro y la impermeabilizó con betún y pez. Después puso en ella al niño y la dejó entre los juncos, a orillas del Nilo. 4 Pero la hermana del niño se quedó a una cierta distancia, para ver qué le sucedería.
5 La hija del Faraón bajó al Nilo para bañarse, mientras sus doncellas se paseaban por la ribera. Al ver la cesta en medio de los juncos, mandó a su esclava que fuera a recogerla. 6 La abrió, y vio al niño que estaba llorando; y llena de compasión, exclamó: "Seguramente es un niño de los hebreos".
7 Entonces la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: "¿Quieres que vaya a buscarte entre las hebreas una nodriza para que te lo críe?". 8 "Sí", le respondió la hija del Faraón. La jovencita fue a llamar a la madre del niño, 9 y la hija del Faraón le dijo: "Llévate a este niño y críamelo; yo te lo voy a retribuir". La mujer lo tomó consigo y lo crió; 10 y cuando el niño creció, lo entregó a la hija del Faraón, que lo trató como a un hijo y le puso el nombre de Moisés, diciendo: "Sí, yo lo saqué de las aguas".


La huida de Moisés a Madián

11 Siendo ya un hombre, Moisés salió en cierta ocasión a visitar a sus hermanos, y observó los penosos trabajos a que estaban sometidos. También vio que un egipcio maltrataba a un hebreo, a uno de sus hermanos. 12 Entonces dirigió una mirada a su alrededor, y como no divisó a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. 13 Al día siguiente regresó y encontró a dos hebreos que se estaban peleando. "¿Por qué golpeas a tu compañero?", preguntó al agresor. 14 Pero este le respondió: "¿Quién te ha constituido jefe o árbitro nuestro? ¿Acaso piensas matarme como mataste al egipcio?". Moisés sintió temor y pensó: "Por lo visto, el asunto ha trascendido".
15 En efecto, el Faraón se enteró de lo sucedido, y buscó a Moisés para matarlo. Pero este huyó del Faraón, y llegó al país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.
16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas. Ellas fueron a sacar agua para llenar los bebederos y dar de beber al rebaño de su padre. 17 De pronto llegaron unos pastores y las echaron. Moisés, poniéndose de pie, salió en defensa de ellas y dio de beber a sus ovejas. 18Cuando llegaron al lugar donde estaba Reuel, su padre, este les preguntó: "¿Por qué hoy han vuelto tan pronto?". 19 "Un hombre, un egipcio, le explicaron ellas, nos libró de los pastores, nos sacó agua, y hasta dio de beber al rebaño". 20"¿Dónde está ese hombre?", preguntó él a sus hijas. "¿Por qué lo dejaron allí? Invítenlo a comer". 21Moisés accedió a quedarse en casa de aquel hombre, y este le dio como esposa a su hija Sipora. 22 Ella tuvo un hijo, y Moisés lo llamó Gersón, porque dijo: "Fui un emigrante en tierra extranjera".

El clamor de los israelitas escuchado por Dios


23 Pasó mucho tiempo y, mientras tanto, murió el rey de Egipto. Los israelitas, que gemían en la esclavitud, hicieron oír su clamor, y ese clamor llegó hasta Dios, desde el fondo de su esclavitud. 24Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Entonces dirigió su mirada hacia los israelitas y los tuvo en cuenta.

Capítulo 3. Moisés Llamado por Dios. La Misión de Moisés. Dios da a conocer Su Nombre a Moisés y le Revela que Va a Liberar a Su Pueblo.

El llamado de Dios a Moisés

3 1 Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. 2 Allí se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse, 3 Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?". 4 Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió él. 5Entonces Dios le dijo: "No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa". 6 Luego siguió diciendo: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios.

La misión de Moisés

7 El Señor dijo: "Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. 8 Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. 9 El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto cómo son oprimidos por los egipcios. 10 Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas".
11 Pero Moisés dijo a Dios: "¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y hacer salir de Egipto a los israelitas?". 12"Yo estaré contigo, le dijo Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña".


La revelación del Nombre divino y la promesa de liberación

13 Moisés dijo a Dios: "Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cuál es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?". 14 Dios dijo a Moisés: "Yo soy el que soy". Luego añadió: "Tú hablarás así a los israelitas: ‘Yo soy’ me envió a ustedes". 15 Y continuó diciendo a Moisés: "Tu hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi nombre para siempre, y así seré invocado en todos los tiempos futuros. 16 Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: ‘Yo los he visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. 17 Por eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel’. 18 Ellos te escucharán, y tú irás a presentarte ante el rey de Egipto, junto con los ancianos de Israel. Entonces le dirás: ‘El Señor, el Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Y ahora tenemos que realizar una marcha de tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios’. 19 Ya sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza. 20 Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto, realizando ante ellos toda clase de prodigios. Así él los dejará partir, 21 y haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de manera que cuando ustedes salgan, no se vayan con las manos vacías. 22 Por eso, cada mujer pedirá a su vecina y a la que se hospeda en su casa, objetos de plata y oro, y también vestidos, y se los pondrán a sus hijos e hijas. Así despojarán a los egipcios".

Capítulo 4. Dios da Poder a Moisés. Aarón, interpreta a Moisés. Moisés Regresa a Egipto. Circuncisión del hijo de Moisés. Moisés encuentra a Aarón

El poder dado por Dios a Moisés

4 1 Pero Moisés respondió: "¿Y si se niegan a creerme, y en lugar de hacerme caso, me dicen: ‘No es cierto que el Señor se te ha aparecido’?". 2 Entonces el Señor le preguntó: "¿Qué tienes en la mano?". "Un bastón", respondió Moisés. 3 "Arrójalo al suelo", le ordenó el Señor. Y cuando lo arrojó al suelo, el bastón se convirtió en una serpiente. Moisés retrocedió atemorizado, 4pero el Señor le volvió a decir: "Extiende tu mano y agárrala por la cola". Así lo hizo, y cuando la tuvo en su mano, se transformó nuevamente en un bastón. 5 "Así deberás proceder, añadió el Señor, para que crean que el Señor, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, se te ha aparecido".
6 Después el Señor siguió diciéndole: "Mete tu mano en el pecho". Él puso su mano en el pecho; y al sacarla, estaba cubierta de lepra, blanca como la nieve. 7 En seguida el Señor le ordenó: "Vuelve a poner tu mano en el pecho". Así lo hizo Moisés; y cuando la retiró, ya había recuperado nuevamente su color natural. 8 Entonces el Señor le dijo: "Si se niegan a creerte y no se convencen ante la evidencia del primer prodigio, el segundo los convencerá. 9 Y si a pesar de estos dos prodigios permanecen incrédulos y no te escuchan, saca del Nilo un poco de agua y derrámala en la tierra; y al caer en la tierra, el agua que saques del Nilo se convertirá en sangre".

Aarón, intérprete de Moisés

10 Moisés dijo al Señor: "Perdóname, Señor, pero yo nunca he sido una persona elocuente: ni antes, ni a partir del momento en que tú me hablaste. Yo soy torpe para hablar y me expreso con dificultad". 11 El Señor le respondió: "¿Quién dio al hombre una boca? ¿Y quién hace al hombre mudo o sordo, capaz de ver o ciego? ¿No soy yo, el Señor? 12 Ahora ve: yo te asistiré siempre que hables y te indicaré lo que debes decir". 13 Pero Moisés insistió: "Perdóname, Señor, encomienda a otro esta misión". 14 El Señor se enojó con Moisés y exclamó: "¿Acaso no tienes a tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él tiene facilidad de palabra. Ahora justamente viene a tu encuentro, y al verte se llenará de alegría. 15 Tú le hablarás y harás que sea tu portavoz. Yo los asistiré siempre que ustedes hablen, y les indicaré lo que deben hacer. 16 Él hablará al pueblo en tu nombre; será tu portavoz y tu serás un dios para él. 17 Lleva también en tu mano este bastón, porque con él realizarás los prodigios".

El regreso de Moisés a Egipto

18 Luego Moisés se alejó de allí y al regresar a la casa de Jetró, su suegro, le dijo: "Permíteme volver a Egipto, donde están mis hermanos. Quiero ver si viven todavía". Jetró le respondió: "Puedes ir en paz".
19 El Señor dijo a Moisés en Madián: "Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte". 20 Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los hizo montar en un asno, y emprendió el camino de regreso a Egipto. En su mano llevaba el bastón de Dios. 21 El Señor le dijo: "Mientras regresas a Egipto, considera todos los prodigios que yo te di el poder de realizar: tú los harás delante del Faraón. Pero yo voy a endurecer el corazón del Faraón, y él no dejará salir al pueblo. 22 Entonces tú le dirás: Así habla el Señor: ‘Israel es mi hijo primogénito. 23 Yo te he dicho que dejes partir a mi pueblo, para que me rinda culto. Pero ya que te niegas a hacerlo, castigaré con la muerte a tu hijo primogénito’".

La circuncisión del hijo de Moisés


24 Cuando hizo un alto en el camino para pasar la noche, el Señor lo atacó e intentó matarlo. 25 Pero Sipora tomó un cuchillo de piedra, cortó el prepucio de su hijo, y con él tocó los pies de Moisés diciendo: "Tú eres para mi un esposo de sangre". 26 Y el Señor se apartó de él. Ella había dicho: "esposo de sangre", a causa de la circuncisión.

El encuentro de Moisés con Aarón


27 Mientras tanto, el Señor había dicho a Aarón: "Ve al desierto para encontrarte con Moisés". Aarón partió, y cuando lo encontró en la montaña de Dios, lo besó. 28 Moisés lo informó acerca de la misión que el Señor le había confiado, y de todos los prodigios que le había mandado realizar. 29 Después fueron los dos juntos y reunieron a todos los ancianos de los israelitas. 30 Aarón les expuso las palabras que el Señor había dicho a Moisés, y este realizó los prodigios a la vista del pueblo. 31 El pueblo creyó; y cuando oyeron que el Señor había visitado a los israelitas y había visto su opresión, se postraron en señal de adoración.

Capítulo 5. Primera entrevista de Moisés con el Faraón. Las instrucciones del Faraón a sus capataces. La queja de los inspectores hebreos.

La primera entrevista de Moisés con el Faraón

5 1 Inmediatamente, Moisés y Aarón fueron a decir al Faraón: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Deja partir a mi pueblo, para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor". 2 Pero el Faraón respondió: "¿Y quién es el Señor para que yo le obedezca dejando partir a Israel? Yo no conozco al Señor y no dejaré partir a Israel". 3 Ellos dijeron: "El Dios de los hebreos vino a nuestro encuentro, y ahora tenemos que realizar una marcha de tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios. De lo contrario él nos castigará con la peste o la espada". 4 El rey de Egipto les respondió: "¿Por qué ustedes, Moisés y Aarón, se empeñan en apartar al pueblo de sus tareas? Vuelvan al trabajo que les ha sido impuesto". 5 Él pensaba así: "Ellos son ahora más numerosos que los nativos del país, ¿y todavía debo tolerarles que interrumpan sus trabajos?".

Las instrucciones del Faraón a sus capataces

6 Ese mismo día, el Faraón dio a los capataces y a los inspectores del pueblo las siguientes instrucciones: 7 "No sigan entregando a esa gente la paja para hacer los ladrillos, como lo hicieron hasta ahora. Que vayan a juntarla ellos mismos. 8 Pero exíjanles la misma cantidad de ladrillos que fabricaban antes, sin descontarles ni uno solo, porque son unos holgazanes. Por eso gritan: ‘¡Déjanos ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios!’. 9 Háganlos trabajar más duramente y que estén siempre ocupados; así no prestarán atención a esas patrañas".
10 En seguida salieron los capataces del pueblo, junto con los inspectores, y dijeron a la multitud: "Así habla el Faraón: ‘De ahora en adelante no les daré más paja. 11 Vayan ustedes mismos y tráiganla de donde puedan. Pero el rendimiento no deberá disminuir en lo más mínimo’". 12 Entonces el pueblo se dispersó por todo el territorio de Egipto para recoger los rastrojos, y abastecerse así de paja. 13 Los capataces, por su parte, los apremiaban diciendo: "Terminen el trabajo que se les fijó para cada día, como lo hacían cuando les daban la paja". 14 Y los capataces del Faraón golpearon a los inspectores israelitas que ellos habían designado, diciendo: "¿Por qué ayer y hoy no completaron la cantidad establecida de ladrillos, como lo venían haciendo hasta ahora?".

La queja de los inspectores hebreos

15 Los inspectores de los israelitas fueron a quejarse al Faraón, diciendo: "¿Por qué tratas así a tus servidores? 16No nos dan paja, no cesan de decirnos que hagamos ladrillos, y encima nos golpean. Y tú tienes la culpa". 17Pero el Faraón respondió: "Ustedes son unos holgazanes, sí, unos perfectos holgazanes. Por eso andan diciendo: ‘Déjanos ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios’. 18 Ahora vayan a trabajar. Y no sólo no les darán más paja, sino que deberán entregar la misma cantidad de ladrillos".
19 Cuando les anunciaron que no debían disminuir la producción de ladrillos establecida para cada día, los inspectores israelitas se vieron en un grave aprieto. 20 Y al encontrarse con Moisés y Aarón que los estaban esperando a la salida, 21 les dijeron: "Que el Señor fije su mirada en ustedes y juzgue. Porque nos han hecho odiosos al Faraón y a sus servidores, y han puesto en sus manos una espada para que nos maten".

Capítulo 6. La Oración de Moisés. Otro relato de la vocación de Moisés. Genealogía de Moisés y Aarón

La oración de Moisés

22 Moisés se volvió al Señor, diciendo: "Señor, ¿por qué maltratas a este pueblo? ¿Para esto me has enviado? 23Desde que me presenté ante el Faraón para hablarle en tu nombre, él no ha cesado de maltratar a este pueblo, y tú no haces nada para librar a tu pueblo".
6 1 El Señor le respondió: "¡Ahora verás lo que haré al Faraón! Tendrá que dejarlos partir por la fuerza, e incluso, se verá obligado a expulsarlos de su país".

Otro relato de la vocación de Moisés

2 Dios habló a Moisés y le dijo: "Yo soy el Señor. 3 Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como el Dios Todopoderoso, pero no me di a conocer a ellos con mi nombre ‘el Señor’. 4También establecí mi alianza con ellos, para darles la tierra de Canaán, esa tierra donde ellos residieron como extranjeros. 5 Y cuando escuché los gemidos de los israelitas, esclavizados por los egipcios, me acordé de mi alianza. 6 Por eso, anuncia esto a los israelitas: Yo soy el Señor. Yo los libraré de los trabajos forzados que les imponen los egipcios, los salvaré de la esclavitud a que ellos los someten, y los rescataré con el poder de mi brazo, infligiendo severos y justos castigos. 7 Haré de ustedes mi Pueblo y yo seré su Dios. Así tendrán que reconocer que soy yo, el Señor, el que los libró de los trabajos forzados de Egipto. 8 Después los introduciré en la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se la daré en posesión. Yo soy el Señor". 9Moisés refirió estas palabras a los israelitas, pero ellos no quisieron escucharlo, porque estaban desalentados a causa de la dura servidumbre.
10 Entonces el Señor dijo a Moisés: 11"Preséntate al Faraón, el rey de Egipto, y dile que deje partir de su país a los israelitas". 12 Moisés se excusó ante el Señor, diciendo: "Si los israelitas no quisieron escucharme, ¿cómo me va a escuchar el Faraón, a mí que no tengo facilidad de palabra?". 13 Pero el Señor habló a Moisés y a Aarón, y les dio órdenes para los israelitas y para el Faraón, rey de Egipto, a fin de hacer salir de Egipto a los israelitas.


La genealogía de Moisés y Aarón

14 Los jefes de las familias de Israel fueron los siguientes:
Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel, fueron Henoc, Palú, Jesrón y Carmí. Estos son los clanes de Rubén.
15 Los hijos de Simeón fueron Iemuel, Iamín, Ohad, Iaquín, Sójar y Saúl, el hijo de la cananea. Estos son los clanes de Simeón.
16 Los nombres de los hijos de Leví, con sus descendientes, fueron estos: Gersón, Quehat y Merarí. Leví vivió ciento treinta y siete años. 17 Los hijos de Gersón fueron Libní y Simei con sus clanes. 18 Los hijos de Quehat fueron Amrám, Isar, Hebrón y Uziel. Quehat vivió ciento treinta y tres años. 19 Los hijos de Merarí fueron Majlí y Musí. Estos son los clanes de Leví con sus descendientes.
20 Amrám se casó con Ioquébed, su tía, y de ella le nacieron Aarón y Moisés. Amrám vivió ciento treinta y siete años.
21 Los hijos de Isar fueron Coré, Néfeg y Zicrí; 22 y los hijos de Uziel, fueron Misael, Elsafán y Sitrí.
23 Aarón se casó con Eliseba, hija de Aminadab y hermana de Najsón; de ella le nacieron Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.
24 Los hijos de Coré fueron Asir, Elcaná y Abiasaf. Estos son los clanes de los coreítas.
25 Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una de las hijas de Putiel, que fue madre de Pinjás.
Estos son los jefes de las familias levíticas, con sus respectivos clanes.
26 Moisés y Aarón son los mismos que recibieron del Señor la orden de sacar de Egipto a los israelitas, distribuidos en grupos. 27 Ellos fueron los que hablaron al Faraón, el rey de Egipto, para hacer salir a los israelitas. Son los mismos Moisés y Aarón.
La misión de Moisés y Aarón

28 El día en que el Señor habló a Moisés en Egipto, 29 le dijo: "Yo soy el Señor. Repite al Faraón, el rey de Egipto, todo lo que yo te diga". 30 Pero Moisés puso al Señor este pretexto: "Yo tengo dificultad para hablar. ¿Cómo me va a escuchar el Faraón?".